lunes, 4 de julio de 2011

Los silencios de nuestra América


Pensar en América latina como una Patria Grande, es poder pensarnos a partir de problemáticas comunes que nos atraviesan. Poder entendernos como una unidad, y en esa unidad reconocer las mismas líneas que nos atraviesan y ver aquellas otras que nos diferencian. Poder, por sobretodo, aprender de las experiencias de  aquellos países que intentar solucionarlos. Queremos introducir de manera general el panorama sobre la situación penitenciaria en algunos países de la región. En realidad, para poner de relieve las situaciones de semejanza que hay entre nuestra realidad y las que se dan en otras regiones, como así también conocer las experiencias que avanzan contra la corriente, las que proponen una nueva mirada y manera de llevar a cabo las políticas. Países como Ecuador y Venezuela es donde resulta más interesante poner el acento ya que están en un incipiente y concreto proceso de transformación.
Así como en nuestro país la situación carcelaria actual es estructural al sistema penitenciario en todos sus sentidos, el hacinamiento y las condiciones paupérrimas de vida de las personas que se encuentran privadas de su libertad en los países vecinos es también preocupante e inherente a los sistemas de detención. Estas problemáticas nos son comunes a todos y por ello es que nos resulta importante ponerlo en relieve.
 La violencia sistemática y la violación a los Derechos Humanos no es algo del pasado, se sufren todos los días en la casi totalidad de los penales en toda la región. Sin embargo, a pesar de ser un tema tan delicado donde los números no aportan a una mayor o menor injusticia, se pueden reconocer situaciones particulares en las que hay diferencias marcadas. Un ejemplo es Colombia, un país en democracia  que tiene dentro sus cárceles a más de 7.000 presos y presas políticas, procesadas por “delitos” tales como “sedición, “rebelión”, etc, es, por lo menos, alarmante y nos marca un lugar en el territorio que no se puede homologar con demasiada liviandad.
La violencia en el interior de los penales es cotidiana, estar dentro de una cárcel implica estar expuestx a ser víctima de maltratos tanto psicológicos como físicos. Si bien sabemos que las situaciones de conflicto intra-presxs son corrientes, tomando como referencia a nuestro país, la mayor violencia y tortura son impartidas por el  servicio penitenciario. En Venezuela, hay muchas cárceles en las que el Estado (Servicio penitenciario) se ha corrido de su papel institucional y están dejadas al arbitrio y a la organización de lxs presxs, lo que se vuelve una situación aún más caótica y terrible. Ya que la “auto-organización” se convierte en una zona liberada para que problemas como las jerarquías y el poder de algunos presos imperen.
Ante esta situación hace poco el Gobierno Bolivariano de Venezuela está poniendo en marcha un programa de “humanización del sistema penitenciario”, en el cual se modificó la capacitación de las y lxs penitenciarixs y a su vez se reorganizó en su conjunto el sistema carcelario. Ecuador por su parte también se encuentra en un proceso de humanización del sistema penitenciario, si bien no tan exhaustivo como el venezolano, es un programa que se propone realizar un cambio que sea duradero y profundo.
En América Latina nos une una misma historia, en la actualidad nos une también un mismo sistema de seguridad y de castigo pero también se están viviendo procesos diferentes que se alejan de lo homogéneo, entonces es ahí donde resulta interesante hacer la reflexión. Pensar desde la idea de unidad las particularidades que nos nutran para lograr producir un cambio con visión a futuro y a nivel continental.
Partimos de estas líneas, pero en próximos posteos queremos profundizar sobre cada uno de estos países, para ampliar y a la vez poder contar alguna experiencia de trabajo en cárceles.

BB.

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