lunes, 31 de enero de 2011

Dos años sin Luciano, dos años sin justicia

  

El 31 de enero de 2009, a los 16 años, Luciano Arruga desaparecía. La situación parece estar clara para muchxs, pero no para la justicia. Hubo quienes vieron hacia la madrugada que un chico con las características de Luciano fue interceptado por un móvil policial. Luego de ser registrado se le permitió seguir. Más tarde, dos testigos vieron que un chico fue introducido brutalmente en un móvil policial. Incluso en el destacamento de Lomas del Mirador vieron que fue golpeado. Ese fue el último lugar donde se lo vio.

Sí, al parecer, la justicia no ha tenido ojos para esclarecer el asunto. Y tampoco oídos, ya que las declaraciones de los testigos no han sido escuchadas. Lo mismo pasó con las denuncias realizadas y con las manifestaciones que familiares, amigxs y organizaciones llevaron a cabo.

             Siguiendo con la metáfora, podríamos decir que a la justicia también le andan fallando otros sentidos. No ha tenido olfato para seguir el rastro de los responsables, a pesar de estar bastante marcado por las pruebas que fueron surgiendo y por el relato de los diversos testigos. A su vez, el tacto debe presentar anomalías, ya que no parece compartir la sensibilidad de aquéllxs que se han solidarizado con la causa.

              Lo que sí le funciona bien a la justicia es el gusto. Lejos de una dieta equilibrada, ha decidido tercamente alimentarse sólo de una pequeña variedad de delitos. Así, el caso de Luciano se inscribe dentro de aquéllos de los que la justicia prefiere no alimentarse. Es uno de los ejemplos de la reproducción de la ilegalidad por parte de la policía, de la selectividad de la justicia, y de la impunidad de los responsables de los grandes delitos. A Luciano se le había ofrecido robar para la policía, pero él se negó. Después de algunas insistencias, aparecieron las amenazas, las persecuciones. Antes de su desaparición había sido detenido y fuertemente golpeado dos veces. Pese a esto, la causa figura como “averiguación de paradero”, negándose así la verdadera naturaleza el asunto, y la responsabilidad directa de la policía.

El reclutamiento por parte de la fuerza policial para delinquir es un hecho conocido. Pero como ante tanto otros delitos, la justicia da vuelta la cara y se empecina en señalar y castigar a los sectores más vulnerables de la sociedad. Las peticiones de más “Mano dura” y de baja de imputabilidad siguen firmes, responsabilizando a quienes en realidad son víctimas y, lejos de solucionar, profundizan las redes de ilegalidad contra las que se dice combatir.

              Hasta ahora, el Estado no se ha molestado en encontrar a lxs culpables y sigue negando la complicidad policial. Hoy se cumplen 2 años de dolor  e impunidad. Dos años después Luciano no aparece, tampoco la justicia.