miércoles, 27 de marzo de 2013

“Cómo extrañaba tener una mesita de luz”


Crónica del 24 de marzo en la Unidad N°12 de Gorina

El viernes 22/03 se realizó un acto en la Unidad N° 12 de Gorina, en conmemoración del aniversario del Centro de Estudiantes de la Unidad, alusivamente llamado “24 de Marzo”, y dando comienzo al ciclo lectivo 2013. Atrapamuros estuvo allí, y entre reencuentros, risas y unas ricas medialunas pudo compartir esta jornada con los compañeros de la Unidad.

Alrededor de las 5 de la tarde comenzó a llegar la gente; entre estudiantes, docentes y funcionarios de algunas facultades de la UNLP, seríamos unxs veinte. Los que nos esperaban adentro, otros veinte. La Unidad 12 es una cárcel particular. Por tener un régimen abierto allí no se  verán rejas, a lo sumo alambrados, hay espacios verdes por todos lados y a lo lejos se ven “las casitas”, donde viven, organizándose por su cuenta, muchos de los internos de la Unidad. Quienes llegan hasta aquí pueden decir que están con un pie en la calle. Sin embargo, no. Sean rejas, muros o alambrados, sigue siendo la frontera entre el adentro y el afuera, sigue habiendo un uniformado vigilando y dando paso en la puerta. Y hasta allí llegamos ese viernes para ingresar una vez más, a ver a nuestros compañeros privados de su libertad.

Reencontramos viejas caras conocidas, luego del largo receso de verano, y también muchas caras nuevas. Los estudiantes universitarios son los organizadores del evento, y todos prolijamente cambiados para la ocasión, nos reciben cordiales, atentos, y se preocupan por que nos sintamos bien y no se nos acabe el jugo que hay para tomar. Es un galpón inmenso, donde está la panadería, la escuela, el centro de estudiantes. Una herrumbrada escultura de algunos metros de altura nos recibe a la entrada.

Mientras esperábamos que comenzara, aprovechamos para ponernos al día, saber cómo había estado todo en el calmo verano penitenciario y contar cómo arrancan las actividades este año. También para conocer y charlar con los que veíamos por primera vez. “Hace tres meses llegué a esta unidad, y lo que más me sorprendió fue volver a ver una mesita de luz, y no una cama y una mesa hechas de cemento” resaltó uno de los chicos presos, mientras esperábamos que se terminara de organizar todo dentro del galpón donde se realizaría el acto. Un pequeño e insignificante gusto, que a nosotros nos parecería irrelevante en la cotidianeidad de nuestras vidas. Pero que a él no le pasó desapercibido después de años de estar preso en Unidades que lejos estaban de tener las condiciones casi humanas que se pueden ver en una Unidad de transición a la libertad como la 12 (que sin duda es un lujo y una excepción a la regla dentro del conjunto).


El acto, como todos los actos, respeta las formalidades, los discursos, se convocan a varios oradores que recuerdan de distintas maneras el 24 de marzo. Una profesora de la facultad de derecho da comienzo al acto, pidiendo silencio por el micrófono, parada en un imaginario escenario que se encuentra delante de las filas de sillas donde nos sentamos lxs espectadorxs. Da su discurso inaugural, agradece, y cede la palabra a Marcelo, presidente del Centro de Estudiantes, quien se hace presente en el escenario imaginario. Lee, pero lo hace con seguridad, se preparó para la ocasión y su discurso es consistente, interpela. Las masas aplauden. Lo sigue Jorge, secretario de derechos humanos de la Facultad de Periodismo, quien aprovecha la ocasión para recordar a lxs desaparecidxs, repudiar la dictadura militar y recordar a Miguel Bru, desaparecido en democracia de esta casa de estudios.

Cuando terminan los discursos aparece, en el escenario imaginario, un nuevo escenario: Un teatro para títeres. No es que no hubiera estado allí, pero quedó ahora en el centro de la escena. La obra: “El panadero y el diablo” de Javier Villafañe, a cargo de la Compañía de Títeres por la libertad, llevada adelante por algunos de los integrantes del Centro y que hizo a su querido público gritar y reír a carcajadas durante un buen rato. Cual niños, lxs que nos encontrábamos sentados apoyábamos al panadero en su lucha contra el diablo, quien amenazaba con hacerlo desaparecer, a él y a todo el pueblo… la relevancia de esta obra, escrita en el exilio para la fecha recordada, se explicaba por sí misma. Como en el circo, o el teatro, cuando de atrás de los títeres con sus voces chillonas y sus gestos exagerados aparecieron los intérpretes de carne y hueso, las masas ovacionaron. Mariano, uno de ellos, también aportó una breve reflexión sobre la fecha. No es poca cosa que un Centro de Estudiantes, en una Unidad Penitenciaria, se llame “24 de Marzo”.

Las posibles relaciones entre la dictadura militar y la vida en los presidios, la pregunta por los derechos humanos de ayer y de hoy, y el asombro por la fuerza que tienen estos pibes para estudiar en un contexto como éste y además hacerlo desde la lucha y la memoria, se disparan en la cabeza de quien escribe. Como todo Centro de Estudiantes, éste está hecho para representar a sus miembros, para generar organización y poder luchar por sus derechos. Derechos que en una cárcel exceden ampliamente las reivindicaciones que unx tendería a pensar para un Centro de Estudiantes.

Un Centro en una cárcel, pide y lucha exigiendo desde materiales de estudio, hasta que se les reconozca el salir a cursar, o que un/a compañerx no sea sacadx de traslado por revelarse ante las autoridades. Es el reflejo de que existe la posibilidad de organizarse, incluso dentro de un ámbito tan complicado. Es reflejo de que, aunque no lo quieran y traten de evitarlo por todos los medios, los presos y presas tienen la gran cualidad de pensar y disputar por la memoria, verdad y justicia de ayer y de hoy.

Por eso no queremos dejar de dar a conocer y aplaudir las iniciativas llevadas adelante por los diversos Centros de Estudiantes que nacen en un contexto de encierro.

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