jueves, 2 de mayo de 2013

Contarla desde adentro

Por Maru Ambort. Al principio era sólo un nombre, una consigna. “La Galle a la kalle”, repetido incansablemente en todo tipo de pintadas y fanzines, volantes y megáfonos. La historia de Karina Germano, militante social que, por las vueltas de la vida y las injusticias del sistema, se comió una banda de años adentro.
Contarla desde adentroUna voz al otro lado del teléfono, con cierto acento gallego, muy amable. Entonces pactamos el día, el lugar. Después de un viajecito en tren a Constitución, se sumó su figura, el saludo y el beso, la charla. Caminamos a un barcito. Entonces la figura se fue agrandando. Cada vez era más grande. Las anécdotas, las injusticias por las que pasó, su historia, su militancia, sus ideas y sus reflexiones. Así la fuimos conociendo y hoy queremos compartir, una historia de militancia y organización al interior de las cárceles, una entrevista con Karina “La Galle” Germano.
La Galle pasó sus días de encierro entre la cárcel de máxima seguridad de Carandirú, Brasil, y el penal N°3 de Ezeiza, donde impulsó una de las experiencias más interesantes de organización interna, alrededor del Centro Universitario. Aquí nos cuenta su experiencia como mujer, como militante, como presa.
-¿Qué particularidades ves en las cárceles de mujeres, respecto de las de varones?
-Hay una diferenciación de género muy fuerte. Dicen que desde hace una década aumentó la delincuencia femenina un 300%. Pero ese 300% no es casual. Digamos, la conformación familiar de la sociedad cambió. Desde hace un tiempo para acá las mujeres son las jefas de familia, sobre todo de las partes más excluidas de la sociedad. Tenemos madres con muchos hijos, de diferentes padres que no se hacen cargo de la familia. Al pertenecer a sectores más desfavorecidos de la sociedad, tienen que cometer delitos económicos casi todas, para poder solventar al grupo familiar. Por eso hay un aumento del 300% de la delincuencia femenina. Esto deja bien claro que no estamos hablando de una población delincuente, sino una población de mujeres que yo admiro mucho porque para ir contra todas las leyes, contra toda convención social para alimentar a tus hijxs, tenés que tener valor. Entonces a mí me parece que no las podés llamar delincuentes, sino corajudas, porque son lxs niñxs lxs que tenés que mantener. Cuando encarcelan a una mujer están arruinando a un grupo familiar, porque es la jefa de familia a nivel económico. El sustento moral de todxs lxs niñxs es la madre. Desintegran al grupo familiar cuando encarcelan a las mujeres. Esta es una diferencia de género muy importante a diferencia de los penales de hombres. En la cárcel eso se continúa, si no hay trabajo para sacarles comida, si no está la posibilidad de que cuando vienen lxs niñxs puedas sacarles un tapper de comida o una moneda cada mes, ya la mujer está en deuda.
Hay cosas increíbles, porque cuando una mujer llega a sus beneficios de condicional, suele apelarlo para esperar al último día de su condena por el hecho de que adentro tiene trabajo esclavo y puede sacar unos cientos de pesos para lxs hijxs. Sabe que el día que salga de la Unidad nadie le va a dar una oportunidad. Se las discrimina por ser ex-convictas, el Estado te abandona totalmente. Entonces cuando vos ves a las mujeres que prefieren quedarse hasta el último día de condena, en vez de salir en condicional, decís: “esto es antinatural”. Querer estar encerrada para poder tener la olla a fin de mes, es muy triste. Esta dinámica que tienen las mujeres no pasa con los hombres. 
-¿Y cómo ves la situación en las cárceles de mujeres donde, además de las mujeres también conviven con sus hijxs?
-A mí me parece bastante terrible que lxs niñxs estén adentro. Porque además, una de las lógicas penitenciarias que encontramos es que dependamos absolutamente para todo de la estructura del Servicio Penitenciario. Una no tiene derecho a nada, y cuando se trata de la educación de tus hijxs es mucho más heavy. Por ejemplo, en un penal federal de mujeres con niñxs o embarazadas hay mucha más tortura psicológica. Pasa cuando el/la niñx llora y te lx saca la celadora, lx consuela y le pone su lógica de educación. Le sacan el derecho a la madre a opinar cómo quiere criar a su hijx.
Y cuando algunxs niñxs quedan adentro y otros afuera, terminan quedando en banda por lo general. Los jueces de menores exigen que donde tengas a tus hijxs haya unas condiciones económicas y unas condiciones edilicias con las que no se cuenta. Hay personas que se quedan con lxs hijxs de otra, pero es la vecinita de la misma villa de donde viene la piba, que tiene sus otrxs 6 hijxs, más los 6 hijxs que se queda de la vecina, son 12 ¿Qué juez/a les va a dar la guarda de esa mujer? Y el terrible temor de casi todas, es  que el Estado chupe a lxs pibxs y después cueste recuperarlxs. Te los meten en hogares, que no es que estén de maravilla ahí tampoco. Entonces, están exigiendo una judicialización de la situación de lxs pibxs y lo que termina pasando es que no lxs lleven de visita. Y esto es una ruptura de vínculo, yo creo que hay una técnica sistematizada de aislamiento con las presas. Es más, no sólo te aíslan de la sociedad sino que hacen todo lo posible para aislarte de tus afectos y de tus vínculos. Además de aislarnos entre nosotras dentro de los pabellones. Vos caminás por los pasillos, saludás a una piba de otro pabellón y te sancionan. Entonces el aislamiento no es sólo de la sociedad y de tus vínculos, sino que lo interno también. Y esto es una técnica sistemática de la lógica castrense. 
-¿Y qué salidas ves frente a eso? ¿Cómo fue tu experiencia?
-Hay diferentes formas de resistencia. Depende de la información o conocimiento de tus derechos. Esa es otra, la ignorancia que hay en buena porción de la población. Ni siquiera saben a qué tienen derecho, qué ley las ampara. Los derechos se conquistan, por más que estén escritos en los papeles hay que conquistarlos. No es que te caen del cielo, y si no tenés conocimientos de ellos, ¿cómo los vas a pelear?
En el momento que hay un grupo de chicas o de mujeres que empiezan a tener conocimientos de sus derechos, hay herramientas para pelear como habeas corpus, exigirle al juez de ejecución, que está encargado de tu seguridad física, de tus condiciones de vida… Ahora, cuando no tienen esas herramientas, ese conocimiento de sus propios derechos, termina siendo por sentido común y prenden fuego, en vez de empapelar los derechos. ¿Cómo poder batallar con el SP? Hay diferentes herramientas dependiendo de cada persona o de cada grupo de presas.
Por ejemplo, en la U3 nosotras inauguramos el Centro de Estudiantes N° 6 en el 2007. Venía un grupo de estudiantes desde hace 20 años atrás pero necesitábamos un Centro para articularnos, como lo llamamos nosotras, una herramienta de toda la población. Nos guiamos muchísimo de la experiencia del Centro Universitario de Devoto (CUD), pero también observamos todo lo que no nos gustaba de cómo funcionaba para modificarlo, incluyendo características de género. Hicimos un estatuto totalmente asambleaico para que no haya ningún tipo de jerarquías y no estemos gastando las energías toda la mitad del año para ver quién lleva al frente el Centro Universitario (CU). Esto también rompió mucho la lógica dentro del SP, que siempre busca un/a referente, un/a presidente, una jerarquía. El SP tiene la mala costumbre de coaccionar y conseguir que el preso de legal o la presa representante terminen transando beneficios particulares. Nosotras queríamos que toda la asamblea pudiera ser representativa del CU. Ir rotando, para que nadie caiga en la tentación de aflojar ante un chantaje del SP. Como te hablan de tu libertad, de tu beneficio… o sea, estamos con situaciones de encierro delicadas, no es tan fácil que no te ganen por ahí. Las situaciones son jodidas y cuando vos pensás en tus hijxs, decís “Y bueno, qué me importa el Centro, ¿no?” Entonces para evitar ese tipo de transas individuales, fuimos asambleaicas, cualquiera podía ir y hablar exactamente lo mismo, defender lo que habíamos consensuado en la asamblea.
-¿Cómo hicieron para conectar con toda la población, y no sólo entre las estudiantes universitarias?
-Lo primero que se ideó fue una publicación para socializar el conocimiento de los derechos, la importancia de la información y demás, con todos los pabellones. A partir de ahí la población que no tenía formación académica universitaria empezó a participar en la revista. Hoy en día, ya no es del CU, sólo la edita el Centro y es de toda la Unidad. Todas aportan. Tuvimos nuestras críticas, nos decían que había bajado el nivel académico, digamos, el nivel intelectual. No es lo mismo que lo hagan sólo las universitarias a que la haga toda la población, con un dibujo, un poema, un escrito, una receta, o lo que sea. Pero fue muy bueno porque empezaron a sentirla como una revista de pertenencia, algo de toda la Unidad.
Por otro lado, nos planteábamos la violencia interna. Cómo empezar a buscar fórmulas para que las pibas no se lastimen entre ellas, que es a lo que todo el tiempo te empuja el SP. Entonces, denunciamos la superpoblación que había y publicamos la denuncia por internet en todo el oficialismo y se la mandamos al secretario del SP del Ministerio de Justicia, públicamente. Eso hizo que la justicia pusiera la mirada, porque somos mujeres. La disposición de la U3 es para 450 internas pero éramos 850, y la superpoblación provoca un encadenamiento que hace que nada sea suficiente: no alcanza la comida, no hay suficiente atención médica, no hay suficientes plazas para estudiar, no hay suficientes puestos de trabajo. Hace un encadenamiento que provoca que las chicas estén en los pabellones muchísimas horas, sin poder salir a ningún lado porque todo estaba a tope.
A partir de ahí lo que dijimos fue: “bueno, vamos a empezar a realizar talleres culturales”, para no discriminar a ninguna piba dependiendo de su formación académica. Talleres a los que pudieran venir extranjeras, menores de edad, semi analfabetas, abuelas. Poder hacer cierta catarsis en pequeñitos espacios más liberadores hacía que estas pibas volvieran a los pabellones sin ánimos de pelearse por los roces de convivencia que genera estar 24 hs encerradas. Eso bajó muchísimo la violencia interna. 
-Se ve que rompieron con algo muy fuerte, que es conectar a las universitarias con la población en general…
-Claro, porque nosotras ese error lo vimos en el CUD, vimos que se terminaba convirtiendo en un grupo elitista, peleando por derechos de universitarios. Nosotras dijimos que no, nosotras no tenemos alojamiento en el CU, convivimos en los pabellones con el resto de la población, y la idea es transmitir a la población de que no somos ni más ni menos, somos todas iguales. Estamos en el mismo lado, todas somos hermanas del sufrimiento y todas estamos presas. Entonces, cuando se pelea algo desde el CU se pelea para toda la población. Eso estuvo muy bueno en los talleres porque ahí se interactuó entre todos los niveles formativos.
Aunque después empezó también la competencia entre los talleres culturales que ponía el Ministerio de Justicia y los que ponía el CU. Porque cuando acabaron con la superpoblación quisieron ponerla como cárcel modelo. Es parte de la disputa política que hoy en día encontramos entre toda la prensa, donde se dice que las federales son un spa, mientras que la provincia esta re mal. Nosotras decíamos que no podemos entrar en esa polémica. Primero porque ninguna cárcel es buena. Segundo, aún reconociendo la situación de que las cárceles de provincia están peor que las de la federal, las cárceles federales no son un spa, siguen muriendo pibas. Sabemos por los informes tanto del Comité Contra la Tortura de la Provincia como de los del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales) de la  Federal, que la gran mayoría de las muertes son ocasionadas por abandono médico. Entonces no podemos estar hablando de un spa porque vayan a hacer la murga o un taller de percusión. Se siguen muriendo las pibas porque es un desastre el atendimiento médico.

[Publicado originalmente en Marcha

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