jueves, 27 de junio de 2013

Una gota de...

                            

¿Cuál será la diferencia entre tener Paciencia para nada y perder el tiempo?

P. Neruda.

¿Qué implica militar un espacio como es la cárcel? No sé si se podría dar una sola respuesta a esto, creería más bien que no. Pero una de las cuestiones importantes es la gran dosis de paciencia que se debe tener. Paciencia que lejos está de ser necesaria por la dinámica de los talleres. Tiene más que ver con todo lo otro que hace a la cárcel: a aquello gubernamental, al Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) y sus modos de ser y de hacer, a lxs guardia cárceles, y a la invisibilización y desinterés de la sociedad hacia estos espacios.

La cosa ya es complicada de entrada, o mejor dicho para conseguir la entrada. Unx tiene que tolerar una postura hipócrita y contradictoria del mismísimo SPB que chapea, en cuanto puede, con los “logros”. Logros en el estudio, en el trabajo, o en lo que sea que lxs presxs hagan para tener una vida más digna dentro de esas cuatro paredes, y que el Servicio no va a dudar en tomar como parte de su política resocializadora, para mostrar, como se supone, que hacen bien la tarea más humanitaria.

Pero en la intimidad, no les tiembla el pulso para mandar a una persona a buzones, cagarlxs de hambre, o hacer que las clases sean sólo dos veces por semana, de manera rotativa, cuando en los papeles figura que serán todos los días, garantizando el pleno acceso al derecho a la educación.

Esta lista podría seguir indefinidamente. Pero entre todas estas cuestiones que el SPB, no cumple, porque no les interesan los pibes y las pibas que están detenidxs, entramos también nosotrxs como Atrapamuros. ¿Para qué dejarnos entrar? Si ahí adentro molestamos, tratamos de romper con eso que ellos tan sistemáticamente hacen: deshumanizar a quienes están ahí.

Por eso, qué mejor que divertirse practicando el doble discurso que tan bien les sale. Mostrando un supuesto interés en que entremos, para después patearnos con trámites burocráticos, para desgastarnos, para hacernos pensar que vamos a ingresar y que en verdad después siempre esté faltando algo para que se concrete el tan deseado acceso a los penales, el reencuentro con lxs compañerxs que nos esperan del otro lado, o ese primer contacto nervioso con gente que aún no conocemos, pero a la que se le ponen todas las fichas para poder seguir construyendo en conjunto.

Este año fue particularmente difícil, recién en Junio pudimos entrar, el SPB no nos hizo las cosas fáciles, y por lo que pudimos saber tampoco fue muy distinto para otras organizaciones que estaban en las mismas condiciones que nosotrxs. Pero por si fuera poco, esto no termina acá, una vez que entrás el desgaste sigue: que te hacen esperar en la puerta entre quince y treinta minutos (sin ningún motivo aparente, más que las pocas ganas de trabajar de lxs penitenciarixs) para entrar a las unidades; que no te bajan lxs pibxs al taller; que te los engoman (encierran) durante días, que llegás y te enterás que trasladaron a la mitad a otras unidades. Esto no sólo corta la continuidad de los talleres, sino que dificulta que una vez en el salón, las actividades puedan hacerse. Es difícil ponerte a trabajar después de haber estado con 20 personas encerradas durante dos o tres semanas en un pabellón hecho para 10, o al rato de haberte despedido de un/a amigx al que se llevaron sin previo aviso y sin decir a dónde, y al que ayudaste a ajuntar lo poco que tenía en 5 minutos.

Por todo esto es que el militar en las cárceles es sinónimo de paciencia, porque no sólo es estar todo el tiempo jugando con un sistema burocrático que muestra cínicamente dos caras, sino que además es paciencia ante la impotencia de saber cómo están siendo tratadxs lxs pibxs ahí adentro. También paciencia para tratar que de alguna manera esto se empiece a conocer fuera de esas paredes, en una sociedad que muestra poco interés en conocerlo.

Pero por suerte paciencia nos sobra, y por más trabas que nos pongan seguiremos insistiendo, no sólo por lo convencidxs que estamos de lo que hacemos y por las ganas de conseguir lo que queremos, sino sobre todo, por ver que del otro lado, con todo y contra todo, lxs pibxs le ponen fuerza y la luchan para que los talleres se hagan. Y por si no se nota, aclaro que este escrito no es motivo de la frustración de un militante, sino un pequeño intento de hacer visible esa cara del Servicio que no se quiere mostrar.

J. E. Larrañaga

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