miércoles, 17 de julio de 2013

Evento en la U.9 por el Día del periodista


Unidad Penitenciaria N° 9 de La Plata, viernes 12 de julio, 14hs. A pesar de que nos encontramos a pocas cuadras del casco urbano de la ciudad, 76 entre 10 y 11 no es una cuadra que llame la atención por las muchedumbres, más bien todo lo contrario. Esta manzana del barrio Villa Elvira, más allá de momentos puntuales (como la visita), permanece poco transitada; vacía podríamos decir. Vacía por fuera, por dentro está siempre llena, obvio. Sin embargo el último viernes, alrededor de las 14hs, distintos grupitos comienzan a congregarse en la entrada del edificio gris, espejado, enrejado, con sus muñecos armados en la puerta, esperando el turno para entrar. Nombre, apellido, DNI: si estás en la lista, adentro. Nuevamente: nombre, apellido, DNI. Y ahora también llaves, dinero, celular, cámara fotográfica, grabador, filmadora, medicamentos. Todo entregado: segunda puerta. Ellxs, uniformadxs, nos hacen esperar hasta que finalmente la puerta se abre y pasamos a un cuartito. “Entren todos los que puedan”. Cuando se cierra la segunda puerta, se abre la tercera. Salimos al patio, primera reja y el mismo procedimiento. Cuando estamos todos del otro lado, se cierra la primera y se abre la segunda que nos lleva directo al patio, único espacio verde de la Unidad, totalmente embarrado por las intensas lluvias. A nuestra derecha pabellones, torres, ventanitas enrejadas. Está nublado y hace frío, debe ser por eso que nadie se asoma, aunque sea para tirarle algún piropo a las chicas. Al final se divisa un gran salón y hacia allí vamos. Es el pabellón evangélico, pero hoy se lo prestan al Centro de Estudiantes Universitarios Santo Tomás de Aquino (CEUSTA), para realizar el evento en conmemoración por el Día del Periodista.


El Día del Periodista recuerda la fundación del primer periódico de la Argentina independiente, la “Gazeta de Buenos Aires” fundado el 7 de Junio de 1810 por Mariano Moreno. Sin embargo no es esto lo que nos convoca este día, (que de hecho celebramos un mes después) sino principalmente la necesidad de encontrarse, de llenar de estudiantes universitarios no privados/as de su libertad este centro de estudiantes –o como dirían adentro: de que entren personas “de la calle”–.  El evento, organizado por el CEUSTA junto con la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, (cuya Extensión Áulica, en la cual los/as estudiantes de la carrera de periodismo se acercan para cursar desde las distintas Unidades Penitenciarias se encuentra en la U.9) contó con la participación de dos integrantes de la Agrupación HIJOS, la Sra. Rosa Bru (mamá de Miguel Bru, estudiante de dicha facultad, desaparecido en democracia) y dos representantes del programa UBA XXII, destinado a los/as estudiantes universitarios/as privados/as de su libertad de la Universidad de Buenos Aires. Todos ellos fueron entrevistados durante una radio abierta que realizaron los integrantes del CEUSTA, en la cual intercalaban un móvil que recorría el salón interactuando con el resto de los participantes del evento.  Además de las distintas agrupaciones estudiantiles que se acercaron (Walsh, Copla y Fandango por Periodismo, Aule por Humanidades, Cronopios por Bellas Artes y 26 de Junio por Trabajo Social), participaron familiares de los estudiantes del CEUSTA, periodistas de la revista Otro Viento, y por supuesto, desde Atrapamuros también dijimos “presente”.

Otros atractivos del evento fueron una galería fotográfica que mostraba en imágenes las sentencias del juicio al denominado “Circuito Camps” (que se llevó a cabo en La Plata durante 2012, y culminó con el encarcelamiento de 23 genocidas), y la exposición de distintos trabajos que se realizan en la Unidad desde la Cooperativa “El Ágora” de marroquinería y de traducción al braile. Sin duda alguna es necesario mencionar como atractivo del evento, las reconocidas especialidades culinarias –en esta ocasión medialunas, pizzetas y jugo de naranja– que se sirvieron durante toda la tarde; además de los mates que espontáneamente se armaban en cada rinconcito del lugar, generando charlas, encuentros, anécdotas y chistes entre compañeros/as.


Salir del salón con el corazón hinchado de amistad, de solidaridad por el abrazo de despedida de cada uno de los que nos recibieron, mientras el sol cae invisible en el cielo cerrado de esa tarde gris, la humedad que llega hasta los huesos; y encontrarse con la imagen (que siempre está ahí y todos/as lo sabemos) de los candados, las rejas, y más atrás los pabellones, las celdas, y un poco más atrás el rancho, los pibes, la soledad y la miseria hecha prisión, da un… escalofrío, por ponerle un nombre. No es miserable quien la habita, no. Miserable es la cárcel misma, la sociedad que condena al sufrimiento, a la tortura, al aislamiento, y a veces ni se entera. Miserable es la situación de entrar, pasarla bien un rato, y salir sabiendo que hay algunos que se quedan. Que mientras festejamos, hay otros que por no ser estudiantes universitarios se quedan afuera, nunca participan de una clase, de un taller, de ver una banda u organizar un evento. Sin embargo –pienso– poder entrar, atravesar ese muro, traer un poco del afuera, llevarme un poco de este adentro; para que desde adentro sepan que no están solos/as y desde afuera sean cada vez más los/as que se apropien esta lucha; para perderle el miedo a la cárcel, a lo desconocido y ganarle rabia; para poder seguir organizándonos con alegría y luchando contra este sistema perverso, y miserable.

M. E. Ambort

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