Muchxs tal vez no comprendan de qué se trata todo esto, les voy a comentar cómo son las cárceles. La mayor parte de mi vida estuve en estos lugares, los cuales están creados para reinsertar socialmente a individuos como yo, donde todo el sistema judicial se pone en marcha por unxs pocxs, reguladorxs de la sociedad como un ejemplo a no seguir. Esta política está mal implementada, es en donde se ponen en marcha lo que llamo, fábricas sin humo.
Cada una de estas fábricas
tiene materia prima al alcance de la mano, materia prima indefensa, vulnerable,
insolvente económicamente, sumando a esto, la total ausencia del Estado en
todos los departamentos judiciales de la provincia. En la actualidad se
incrementan lxs marginales, indigentes, personas que se encuentran en una
sociedad de consumo, capitalista excluyente. El derecho a la salud, la
educación, el bienestar, al trabajo, son derechos propios de todo ser humano
según los tratados internacionales de los cuales nuestro país no sólo es adherente,
sino que somos presidente Pro tempore
del concejo de seguridad mundial.
El mismo Estado que pone en
práctica políticas económicas, sociales, judiciales, etc. hace, a partir de estas,
que los grupos que están inmersos en la marginalidad recurran a otro tipo de
recursos o formas de incrementar la entrada de dinero, pero de manera ilegal. Mediante
trabajo esclavo sin ningún tipo de aporte social, quebrantando las leyes,
cometiendo delitos de todo tipo con el fin de conseguir una vida más aireada
económicamente. En ese momento, se ponen en marcha todas las políticas legales
vigentes a disposición del aparato
estatal. Es cuando dejas de ser un ser social y te transforman en materia prima
de las fábricas sin humo, de las cárceles.
Para la sociedad esto está
bien, políticas de seguridad cada vez más duras por parte de monopolios de
inseguridad que creen encontrar una solución al flagelo de la (in)seguridad.
Una forma de potenciar el miedo para conseguir seguidores capturando personas,
como lo hacen las sectas, y sumar más votos. Junto con el discurso de los
derechos humanos somos un caballo de batalla en cada una de las campañas
políticas. Somos un número en las
estadísticas de televisión, de radio, de diarios que venden soluciones mágicas
de lxs políticxs opinólogxs.