lunes, 7 de abril de 2014

Seguridad: viejas medidas, nuevos fracasos



En una nota escrita por compañeros privados de su libertad y publicada en nuestra última revista, se hablaba del abordaje de la problemática de la inseguridad como una metáfora de quien pretende apagar un incendio con nafta. La nota fue escrita hace 6 meses, pero la falta de innovación, la vuelta a las mismas – falsas- soluciones de siempre, hace que esa analogía siga muy vigente.

El último decreto anunciado por el gobierno de la provincia de Buenos Aires en donde declara la “Emergencia en Seguridad Pública”, permite aumento de policías, llama a oficiales retiradxs, otorga un mayor presupuesto para seguridad, pretende limitar aún más las excarcelaciones. Viejas recetas que no solucionan nada y empoderan aún más a la salvaje policía bonaerense. Las respuestas de este gobierno es demagogia punitiva, responde con lo que la gente quiere escuchar. Estigmatiza a lxs pibxs de los sectores populares, brinda respuestas inmediatas y superficiales, que lejos de atacar el problema por donde debería va describiendo un ciclo. Los 600 millones de pesos que se destinarán a Seguridad dan cuenta del modelo de país del sciolismo, uno que se desentiende de la situación de la mayoría de la población y que no aspira a disminuir las desigualdades sociales, la pobreza, la situación de la salud y la educación, el abandono y la indigencia en que se encuentran lxs mismxs niñxs y jóvenes que son señaladxs como la causa de inseguridad.


Antes que nada, cabe aclarar, que la seguridad es una problemática real, que toca de lleno a la calidad de vida de las mayorías. Pero por tal cosa, también hay que dejar en claro que se trata de un problema complejo, que requiere de políticas integrales y planificadas, perdurables en el tiempo, dirigidas a atacar las causas últimas del delito y la complicidad policial. Lejos, lejísimo de esto están las respuestas ya ensayadas anteriormente por el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli.

El camino tomado por el sciolismo tiene limitaciones concretas y que ya han demostrado ser ineficaces. La persecución del delito común a través de la mano dura y criminalización de lxs pibxs de los sectores populares no termina con la inseguridad. En primer lugar porque la cárcel no soluciona el problema, porque no son esos los delitos estructurales que hay que tocar y porque es el Estado a través de la policía el principal implicado. Estas medidas no alcanzan al delito complejo ni al de cuello blanco, en los cuales tienen mucho que ver las diferentes fuerzas de seguridad, funcionarixs y agentes económicos –no es casualidad que sean éstos mismos sectores los que impulsan esta clase de medidas-, y que son la causa de los grandes núcleos delictivos.

El aumento de la policía en la calle implica el aumento de uno de los actores que gestionan el delito, no son el remedio sino parte de la enfermedad, sobre todo si hablamos de la Policía Bonaerense. Los discursos enunciados por políticxs y transmitidos y reforzados continuamente por los medios no sólo llevan a una legitimación de una fuerza con una trayectoria por demás repudiable, sino que también abren el margen a sus prácticas, a las de persecución y criminalización de los sectores más vulnerables, y a aquellas que son parte de la cadena delictiva.

Para avanzar, para solucionar hay que construir e innovar, y para ello se necesita imaginación. Imaginación para crear algo que no existe, imaginación para poder salirse de los moldes y los preconceptos y dar unos pasos más adelante, lo suficiente como para alcanzar un nuevo estado de cosas. En política también se necesita innovar –por lo menos si se pretende un cambio-, se requiere de imaginación política. Pero también se necesita valores democráticos y responsabilidad. Los 7 años de gestión del Sciolismo deberían ser más que suficientes para dar cuenta de que más policía, más pena, más represión, no significan más seguridad, sino todo lo contrario.

Atrapamuros.

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